martes, 19 de febrero de 2013

Pensamientos conquistados por pequeñas luciérnagas




Hasta la última gota de mi cuerpo llora en silencio, en luto;
el no tener símil para arrojar al abismo
el sentir árido al perder las ganas de mirar bondad


Las máscaras, las risas ¿En cuál de ellas habré de confiar?
si se quiebran al simple contacto de piel y caen
como pedazos inservibles ante mis pies, sintiéndome así
envuelta por la miseria de los corazones que las poseen.

Mi alma encoje sus brazos y busca su posición original,
mientras absorbe esas lágrimas al "Darse cuenta de"...

No, no puedo jugar de ser fuerte,
ni lucir con orgullo y espaviento la armadura de indiferencia,
sería como negar la propia existencia
y luego en cadenas lanzarse al fondo del mar.

He probado el amargo licor que llena de ebriedad la realidad,
la cordura y el peso de esta consciencia que consume,
dificulta respirar; lentamente se reduce hasta que muere en el olvido.

Pero cuando la última gota ha sido derramada,
esparcida en los campos de la soledad,
siento el calor de un día soleado y como pequeñas luciérnagas
se despierta parpadeando mi fuerza de voluntad
que ha nacido en lo más puro y profundo de las buenas intenciones.