martes, 8 de enero de 2019

Viaje XV: LA PROMESA



Cuando era pequeña y pensaba en el amor, soñaba mucho, en alguien tomando mi mano y mirándome tiernamente, a quien yo pudiera escribirle muchos poemas. Lo intenté, pero cada uno fue como una ráfaga de luz que solo me llevaría a sentir que algún día de iba a encontrarte, y lo logré.

Primero vestido como mi líder de música en la iglesia y y luego como mi amigo, quien aceptó mi llamada a una tarde de café, la cual sin pensarlo  la hermosa excusa que nos llevaría hasta aquí.

Claro, No ha sido fácil llegar hasta acá, no todo fue como esperaba o planeaba, pero hemos llegado juntos, aprendiendo juntos, creciendo juntos, y nada ni nadie va a cambiar eso, porque es único y es nuestro; nuestra historia.

Te decidí amar, aún siendo solo amigos, te amo hoy y te amaré siempre, diga lo que diga, haga lo que haga, sufra lo que sufra, sea como sea, te amaré por siempre, con ese amor que no nace fácilmente pero decide dónde dirigirse y nunca muere.

Prometo respetarte y recordarte la maravillosa persona que eres, todas las cosas que me gustan de ti. Recordarte cuanto admiro tus fortalezas y la capacidad que tienes para lograr tus objetivos. Prometo ayudarte a crecer en todo aquello que has de mejorar con paciencia y amor. Prometo cuidarte y esforzarme por corregir mis errores, saber entenderte y darme a entender, y esmerarme cada día en en convertirme la versión mejorada de mi misma; un ser completo que desea, si Dios nos presta vida, envejecer contigo.

Eres la esencia que una vez anhelé ver materializada, y que hoy tengo a mi lado, como el más hermoso regalo.

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