Un rayo de sol,
reflejado es por su ventana,
iluminando su habitación,
en donde duerme serenamente;
La dama de ojos pequeños.
Descubre su despertar,
y al instante
ligeramente agotada,
ligeramente descansada,
mira un nuevo amanecer.
Con su cuerpo lento por lo años,
se esfuerza al levantarse,
para nada deprisa,
pues nada la agobia;
se sienta sobre su cama.
Eleva una oración al cielo,
y se alegra por su milagro diario,
¡Cuán hermosa es la vida!
Y luego mira por su ventana:
La dama de ojos pequeños.
Con su cuerpo desvelado,
Por dolores infames, desconsiderados,
Se esfuerza por levantarse,
pero esta vez,
para emprender su labor,
sencilla, pero valiosa.
Da breves pasos,
Caminando hacia la puerta,
sale con una meta, a veces terca,
pero al final,
con gran recompensa;
la satisfacción por la excelencia.
Sus fuerzas ya no dan,
su piernas, atareadas,
exigen respirar,
y sus músculos
ya no quieren continuar.
Pero su alma,
se mantiene intacta,
de digna luchadora,
llena de fe,
y reflejando siempre
una bella sonrisa,
Dando gracias en todo,
su dolor es soportable,
y su fortaleza admirable,
por la gran sabiduría,
que su interior aguarda:
La dama de ojos pequeños
(Dedicado a Tita el
20-2-2008 en su último cumpleaños)
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