Iba caminando y de pronto observé a la orilla del camino uno de mis Diente de León favoritos. Tenía miedo de estropearlo o dañarlo porque en estos tiempos cuesta verlos, sin embargo me anime a hablarle,aunque fuera para que notara mi presencia, entonces me agache y lo mire de cerca; era justo como lo recordaba.
Por ello me detuve y quice sentarme a su lado, en verdad creo que duré mucho rato allí, por ello no soporte la tentación de cerrar mis ojos y decirle: yo deseo. Tuve que hacerlo, pues hacía mucho tiempo lo había esperado. Fue tan maravilloso, ¡Lástima!, que las reglas de los Diente de León son claras: cuando pasan mucho tiempo con personas que en verdad los aman. Inesperadamente los fragmentos de su delicada flor se desprendieron y volaron como efímeras experiencias que alguna vez tuvieron gran valor, y terminaron siendo solo un hermoso recuerdo...
Yo estaba sentada junto al camino, de pronto, alzando mi rostro y mi mirada al horizonte, me di cuenta de que me faltaba mucho por recorrer, entonces tome valor, lo mire por última vez aunque ya no fuese lo mismo, y le dije hasta pronto; me levanté y seguí mi camino.
1 comentario:
Creo q entiendo, la situación que especifica de esta forma ud aqui jeje
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